The promises of the government of Sri Lanka remain in limbo three years later

Chathuri Dissanayake

Colombo, 9 ene (EFE).- El actual presidente de Sri Lanka, Maithripala Sirisena, llegó al poder con el objetivo de plantar cara a la corrupción y cambiar la cultura política del anterior mandatario Mahinda Rajapaksa, pero, tres años después, muchas de sus promesas continúan en el limbo y lejos de llegar a materializarse.

El 9 de enero de 2015, Sirisena, colaborador cercano de Rajapaksa hasta pocos meses antes de las elecciones, fue proclamado como nuevo presidente del país isleño tras postularse como candidato de unidad de la oposición y prometer una nueva era en política que dejara atrás el régimen autoritario de su predecesor.

El suyo comenzó como un Gobierno sincero en el proceso de reconciliación nacional y la justicia tras las violaciones de los derechos humanos cometidas durante la guerra contra la guerrilla tamil que finalizó en 2009, después de 26 años de conflicto, y que causó, según datos de la ONU, más de 40.000 civiles muertos.

Según el director de investigación del centro Verite, Gehan Gunatilleke, el actual presidente llegó al poder con el apoyo de las minorías del país (tamiles y musulmanes), pero sigue sin poner en marcha una oficina destinada a localizar a personas desaparecidas.

“Muy pocas de las promesas relacionadas con la rendición de cuentas por violaciones de derechos humanos durante la guerra (….) han sido cumplidas”, porque Sirisena “ha antepuesto sus intereses políticos”, declaró a Efe el investigador.

El analista político Kusal Perera, autor del libro sobre el anterior presidente “Rajapaksa”, aseguró a Efe que la clase media en Sri Lanka esperaba una mayor transparencia y responsabilidad en todas las medidas del nuevo Ejecutivo, pero lejos de eso se han destapado varios casos de corrupción dentro de su Gobierno.

Solo un mes después de llegar al poder, se desató un escándalo de fraude con bonos en el Banco Central de Sri Lanka, lo que llevó a Sirisena a crear una comisión de investigación y al hasta entonces ministro de Exteriores, Ravi Karunanayake, a dimitir.

El informe de la comisión, presentado la semana pasada, recomienda tomar acciones legales contra el gobernador del Banco Central, Arujana Mahedran, al que ha defendido públicamente el primer ministro Ranil Wickremasinghe.

Sirisena criticó abiertamente a Wickremasinghe por ese respaldo, lo que ha hecho que aumente la fractura dentro del Gobierno de coalición entre el Partido de la Libertad de Sri Lanka del presidente y el Partido de Unidad Nacional del primer ministro.

Aunque la libertad de prensa ha mejorado de manera considerable, otras como la religiosa se han visto deterioradas en medio de un avance de la intolerancia por parte de extremistas budistas, a los que se responsabiliza de al menos 16 incendios provocados en tiendas musulmanas y ataques con cócteles molotov a mezquitas.

“El gran optimismo sobre el Gobierno de unidad tras la elecciones de 2015 no ha durado mucho, en gran medida debido a los propias medidas del Gobierno”, afirmó a Efe el analista Thilina Panduwawala, del centro de investigación Frontier Research de Sri Lanka.

En lo económico, el Ejecutivo tampoco ha cumplido con las expectativas, al fracasar en su promesa de atraer una fuerte inversión extranjera y de romper con la extrema dependencia de los fondos llegados de China.

Al abrigo primero de los acuerdos bajo el gobierno de Rajapaksa y, posteriormente, y a pesar de sus reticencias iniciales con Sirisena, China ha desembolsado desde 2007 un monto de 5.000 millones de dólares en créditos para proyectos de carreteras, plantas de energía, puertos y aeropuertos en un país clave para lo que ha denominado como Ruta de la Seda del Siglo XXI.

“China continúa dominando”, sentenció Panduwawala.EFE

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